Por Daniel Doffiny
Memorias de una superviviente es una novela en la que una señora de mediana edad es tácitamente obligada a hacerse responsable de una niña llamada Emily, quien está a punto de entrar en la adolescencia. La señora, de quien no se sabe ningún dato concreto —ni siquiera el nombre— es la narradora (en primera persona) y protagonista. No se sabe cuál es el contexto de la sociedad en que viven, pero lo cierto es que están en una ciudad que forma parte de una sociedad en franco proceso de descomposición. El tiempo durante el que se desarrollan los hechos es de 2 ó 3 años, aunque son muy vagas las referencias a éste. Se relata cómo en ese breve período van pasando “tribus” (grupos nómadas errantes que están volviendo a la vida primitiva) por la ciudad, y luego cómo de la propia ciudad van surgiendo tribus que se marchan también debido a la imposibilidad de seguir viviendo en la ciudad. La ciudad es un caos, los servicios públicos van suprimiéndose poco a poco, el Estado prácticamente no tiene presencia, y todo se va degenerando. La propia Emily, ya entrada en la adolescencia, va a conocer las tribus por dentro, pero va a optar por quedarse en la ciudad liderizando una tribu de niños con Gerald, un muchacho un poco mayor que ella, de quien es amante. La novela termina cuando el colapso social es total: la ciudad queda vacía, y niños de 4, 5 y 6 años (los mismos de la tribu de Emily y Gerald) son capaces de cometer asesinatos a adultos.
Explícitamente, esta obra no expone cómo solucionar el problema de la decadencia de la sociedad en cuestión ni cuáles son las causas que conllevaron a tal desastre. Pero sí muestra detalles de lo que ocurre y arroja pistas para saber por qué ha ocurrido. El meollo de la novela no está en los hechos, sino en preguntarse si acaso sería posible que tal desastre pudiera ocurrirle, en el mundo real, a la humanidad o a parte de ella. Hay un llamado a la reflexión. Si es atendido pueden captarse las claves que aporta Doris Lessing en el sentido de la hipotética pregunta planteada. Considero que lo que busca la autora es despertar la conciencia del lector para darnos cuenta de que, efectivamente, hay en nuestro mundo signos que apuntan hacia la decadencia. Ahora bien, personalmente no interpreto que el mensaje sea de pesimismo simplemente. Más bien parto del hecho de que producir una obra de cualquier tipo —en este caso literaria— quiere decir que hay esperanza y que quiere transmitirse esa esperanza. En este sentido, lo provechoso está en captar e interpretar qué conductas, hechos o tendencias que pudieran desmejorar la convivencia social están —o pudieran estar— presentes en nuestras sociedades. Son esos aspectos los que pueden frenar la prosperidad de una sociedad, o, si no son controlados y/o extirpados a tiempo, deteriorar una sociedad. El mensaje es, pues, de alerta.
Puede saberse qué atenta contra una sociedad si se sabe qué atenta contra la convivencia social. La convivencia social es el tejido interno de la sociedad. Mientras mayor y mejor sea este tejido, mejor será la sociedad, y viceversa. En tal sentido, y según mi criterio, las claves que se descubren en Memorias de una superviviente y que son la semilla de una eventual decadencia de una sociedad determinada son, por ejemplo: el descuido, falta de orientación, irrespeto y abuso hacia los niños, quienes son el futuro de la sociedad; la discriminación de cualquier tipo, desde la típica del hombre hacia la mujer, pasando por la del acomodado hacia el necesitado, hasta la del género humano en general hacia los animales; así como la ineficiencia de determinadas instituciones, como el estado, por ejemplo, para mantener un estado de gobernabilidad justo, que no sea excesivo (represión) ni insuficiente (ausencia de autoridad, que es el caso en esta novela de Lessing).
Quizá el mensaje final de Doris Lessing en esta obra es el de recordarnos que la realización del hombre pasa primero por que la sociedad sea saludable, y creo que ese estado saludable de la sociedad depende sensiblemente del nivel de convivencia que pueda lograrse entre las personas que la conforman.
Memorias de un superviviente